¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Montse, no insistas, es inútil no puedo, ya lo he intentado antes mil veces, de verdad y no puedo.
– Déjame que te cuente uno de mis cuentos favoritos. 
Un día un niño y su abuelo fueron al circo. El abuelo preguntó a su nieto cuál de las atracciones le habían gustado más. El niño, sin dudarlo le contestó que la de los elefantes. Al terminar el espectáculo, nieto y abuelo se acercaron a la zona donde se guardaban los animales para poder ver a los elefantes. Cuando llegaron el niño se quedó asombrado y le preguntó a su abuelo: – Abuelo, ¿cómo es que el elefante no se escapa? sólo está atado con una estaca muy pequeña… con lo grande y fuerte que parece, ¿qué es lo que le impide escapar?
El abuelo, muy sorprendido, pensó que el niño tenía razón y rápidamente buscó una explicación.
– La estaca es tan pequeña porque el elefante está adiestrado para no escaparse.- Dijo al fin convencido el abuelo.
– Entonces -respondió el niño- si está entrenado para no escaparse ¿para qué lo atan?
El abuelo no podía negar la evidencia de los pensamientos de su nieto y ya sin saber qué explicación podría darle buscó al responsable de los animales del circo y le preguntó:
– Disculpe, ¿nos podría explicar por qué razón el elefante, siendo tan grande y tan fuerte, no se escapa, cuando sólo lo sujeta esa estaca tan pequeña?
– ¡Claro que no se escapa! contestó el cuidador.
– Cuando el elefante sólo era una cría, cuando era muy pequeño y con menos fuerza que ahora, fue atado a esa misma estaca. Y aunque no se lo crea, intentó, día tras día, por todos sus medios, liberarse de ella. Hasta que un día cayó exhausto y sin fuerzas. Entonces se dio cuenta de que no podía escapar y se rindió, se dio finalmente por vencido. El elefante fue creciendo y creciendo y con el paso de los años se hizo fuerte y grande como lo ven hoy pero… ¿saben el dicho que dice «tienes una memoria de elefante»? pues bien, el elefante no olvidó que no podría liberarse de la estaca, y por eso no volvió a intentar, ni siquiera una vez más, escaparse porque como ya lo intentó durante mucho tiempo y no pudo, sigue pensando que no puede conseguirlo. No es consciente de que creció y de que ahora tiene fuerza más que suficiente para liberarse de la estaca.
– ¿Quieres decir que yo soy como ese elefante?−dice ella después de haberme escuchado atentamente.
– No lo sé, dímelo tú. Las condiciones son distintas, tú eres distinta. ¿Cómo sabes que no puedes?
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.
 
			
					 
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