Érase una vez, diga lo que diga él siempre tiene la razón.

– Montse tú no lo entiendes, es imposible hablar con él.
– … -silencio-
– No me mires así, de verdad es imposible hablar con él.
– ¿De qué manera te miro?
– Como queriendo decir que exagero.
– ¿Tú crees? Y ¿exageras?
– ! Lo ves!
– Jajajá, yo no he dicho que te haya mirado con cara de que exageras, pero ya que lo mencionas o a ti te lo parece…aprovecho para preguntar.
– No, no exagero de verdad, no sé cómo lo hace pero le da la vuelta a las cosas y siempre acaba teniendo razón y yo quedando como una inútil.
– Y qué es lo que te molesta, que siempre tenga razón, que parezcas una inútil, o que le dé la vuelta a todo.
– ¿No es lo mismo?
– No.
– Mmm…la verdad -se toma su tiempo para pensar- qué importancia tiene, no se puede hablar con él, ese es el problema.
– Aun así no has contestado mi pregunta, haz un esfuerzo ¿qué es lo que te molesta?
– No te puedo dar solo una respuesta, creo que me molestan las tres cosas pero lo que sí puedo decirte es el orden.
– Perfecto.
– En primer lugar me molesta que le dé la vuelta a todo, en segundo que siempre tenga razón y en tercero que me haga parecer una inútil. Sí, eso es.
– Esto me recuerda un cuento.

Érase un vez, en la antigua China, en lo alto de una montaña alejada, dicen que vivía un anciano muy sabio.
Un día se acercó un joven decidido a poner a prueba su sabiduría, este joven cogió un pequeño pajarillo y lo mantuvo en una de sus manos. Y se sentó a esperar al anciano, al llegar este, le dijo:
– Buen hombre, tu que tienes fama de ser sabio y responder a cualquier pregunta, me podrías decir si este pajarillo que traigo escondido en mi mano ¿está muerto o vivo?-
El anciano le miro a los ojos y le dijo
– Si te digo que está vivo…apretarás tu mano, tan fuerte que lo ahogaras y le dejarás caer muerto… Por el contrario, si te digo que está muerto…abrirás tu mano y lo dejaras volar-
Diga lo que diga, tú decides si tengo o no razón.