¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– En la sesión anterior estuvimos comentando que no te consideras una mujer mayor, pero que hay mucha gente a tu alrededor, entre ellos tus hijos, que no dejan de hacerte sentir vieja. ¿Es así?
– Sí.
– Al final de la sesión, quedó una pregunta en el aire, ¿te acuerdas?
– Sí, estuvimos hablamos sobre que podía inducir a mis hijos a tratarme así.
– ¿A tratarte cómo?
– Comente que son unos egoístas y qué yo, ya hace mucho tiempo que no les digo lo que pueden o no hacer y mucho menos como deben vestirse y que no sabía porque creían que podían hacerlo conmigo. Quedamos en que lo pensaría y lo comentaríamos hoy.
– Perfecto, ¿y qué puedes contarme?
– He estado pensando mucho y sigo pensando que son unos egoístas y unos desagradecidos.
– Esta bien, y esto ¿cómo te hace sentir?
– Fatal, son mis hijos, ¿no se dónde me he equivocado?
– ¿Por qué crees que te has equivocado?
– A la vista está.
– ¿Tú crees que el motivo es qué en algún momento cuando vivían contigo hiciste algo mal?
– Debe ser eso, sino no lo entiendo.
– … -silencio-
– Quiero que me ayudes a saber en que me equivoque.
– Bien, yo no se si eso es así o no, pero lo que si me pregunto es, si el saberlo te ayudaría.
– No te entiendo.
– ¿Saber si hiciste algo mal te ayudaría?
– Bueno, yo creo que al menos me tranquilizaría.
– ¿Estas segura?
– …-silencio-
– Imagina por un momento que sí, que encuentras supuestamente lo que hiciste mal, ¿y ahora qué?
– Vale, para lo único que podría ayudarme es para entender el porqué.
– De acuerdo, aceptemos esto por un momento, ¿esto cambiaría todo lo demás?
– Mmm… ¡No! Esto puede explicar el porqué, pero no el cómo lo soluciono. Lo hecho, hecho está ¿no?
– ¿Entonces?
– No lo se, solo se que no estoy bien.
– Centremonos, comentabas que tú no te metes con tus hijos ni les dices lo que pueden o no pueden hacer, ¿verdad? Y que a ti te gustaría que ellos hicieran lo mismo contigo. ¿si?
– Exacto, solo les pido eso.
– Ahí esta el tema ¿se lo has pedido?
– Mmm… yo diría que ya lo saben.
– Eso no es lo mismo, la pregunta es ¿lo has hablado con ellos? ¿Les has dicho cómo te sientes, qué necesitas, y cómo te hacen sentir?
– Quizás así no, ¡pero ellos tendrían que darse cuenta!
– No estamos aquí para discutir quien tiene o no la razón ¿no? Ni, si se tendrían que dar cuenta o no, sino para que te respeten. ¿verdad?
– Exacto, pero es que…
– ¿Es que…?
– Me gustaría que no fueran así.
– Eso no depende de ti ni de mi, ¿no crees?
– Volvamos, le estamos dando vueltas todo el rato a lo mismo ¿que hace falta para que tus hijos te respeten?
– No lo sé.
– ¿Tú te respetas?
– ¿Yo?
– Sí, tú.
– ¡Claro!
– ¿Estas segura?
– Exactamente a que te refieres con si me respeto.
– ¿Qué opinas realmente de ti?
– … -silencio, se toma su tiempo antes de responder- el tiempo pasa y no lo puedo parar, y esto me hace sentir fatal, no quiero envejecer… y lo único que puedo hacer es cuidarme, vestirme así, hacer deporte, salir con gente más joven. ¿lo entiendes?
– Sí, ¿pero esto cómo te hace sentir?
– Mmm…la verdad la mayoría de las veces bien… pero hay días, cuándo mis hijos me dicen o me miran de esa manera, me siento ridícula, fuera de lugar.
– ¿Entonces, qué creés qué puedes hacer?
– Hablare con ellos y pondré las cosas en su sitio.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.
 
			
					 
												
 Uso cookies para mejorar la experiencia de uso de la web, si continuas navegando entiendo que aceptas su uso. Por favor, visita la página de
Uso cookies para mejorar la experiencia de uso de la web, si continuas navegando entiendo que aceptas su uso. Por favor, visita la página de