¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Buenos días.
– Hola, buenos días.
– Estáis aquí los dos, si no lo he entendido mal, por un problema de pareja, ¿es así?
– Sí, exacto.
– Entiendo que los dos venís voluntariamente.
– Sí, desde luego – se apresura ella a contestar.
– Sí -Él, mira hacia abajo y se agarra las manos-.
– Ya veo. Bien ¿cuál es el problema? -les pregunto-.
– Desde que nació nuestro hijo, yo estoy más cansada y con el doble de trabajo… y sólo le pido un poco más de comprensión y que me ayude. -mientras su mujer habla, él se dedica a mirar los cuadros de la pared con aire distraído. Ella continúa hablando haciendo como si no se hubiera dado cuenta de la actitud de su marido-.
– Y como es lógico, el niño me absorbe todo el tiempo, y la verdad, cuando llega la noche no tengo ni ganas ni fuerzas para… ya sabes.
-… -Me quedo en silencio a pesar de sus miradas para que intervenga-.
– ¿Tanto le cuesta entender que ahora somos tres y que necesito ayuda?
– ¿Qué opinas? -le pregunto a él-.
– ¿La verdad? -me mira como si no fuera con él- no sé qué hacemos aquí, yo estoy todo el día trabajando y cuando llego a casa lo único que quiero es un poco de tranquilidad, pero claro yo no tengo derechos.
– ¡¿Lo ves?! No entiende nada, sólo él, sólo él, ¿y yo, y nuestro hijo? -Interrumpe ella con los ojos llenos de lágrimas-.
– Perdona -añade él- tú estás de baja por maternidad, te pasas todo el día en casa sin hacer nada ¿y encima te quejas? Ya me avisaron y no quise hacer caso. -sentencia como para él mismo-.
– ¿Perdón? ¿De qué te avisaron? -intervengo yo-.
– Ya me avisaron de que cuando una mujer tiene un hijo pasas a segundo plano, que todo cambia, que ella cambia por no sé qué rollo hormonal.
– Bien, a ver si lo he entendido bien, el nacimiento de vuestro primer hijo ha creado una situación un poco tensa en casa ¿correcto?
– Sí -dicen al unísono-.
– Bien, entonces doy por hecho que la convivencia antes de su nacimiento era satisfactoria -ella rompe a llorar y él vuelve a mirar el cuadro. El silencio de prolonga y se vuelve incómodo-.
– Creí que un hijo arreglaría las cosas, que nos volvería a unir… -dice ella con un hilo de voz-.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles
 
			
					 
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