¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Montse ¿qué he hecho mal?
– Explícate.
– Algo he tenido que hacer mal y no lo entiendo.
– Por favor, ¿puedes explicarme qué te ocurre?
– La relación iba muy bien y de repente fue casarnos y…
– ¿Y…?
– No lo sé, todo cambió.
– ¿A qué te refieres?
– No me deja salir sola; un día llegué a casa y la mitad de mi ropa ya no estaba ¡la había tirado! No quiere que me maquille, me viene a buscar al trabajo y me lleva, no quiere que quede con mis compañeros, dime ¿qué he hecho mal?
– Bien, me dices que la relación era muy buena, ¿a qué te refieres exactamente?
– Bueno, teníamos nuestros problemas para comunicarnos pero… por lo demás todo iba muy bien.
– ¿Problemas para comunicaros?
– Sí.
– ¿Por?
– Bueno, él no habla español y yo no sé árabe.
– ¿Perdón?
– ¡Ah, sí! que no te lo he dicho, él es de Marruecos.
– Vale, ¿te puedo preguntar cómo llegasteis a tener una relación sin hablar una lengua en común?
– Al principio fue complicado, pero al final…
– ¿Al final?
– Vale, igual de complicado… -reconoce con aire de derrota-.
– Y ¿cómo decides casarte con una persona con la que no te puedes comunicar?
– Era tan cariñoso, tan guapo, tan atento, tan protector…
– Ya veo, ¿y por nada más? Quiero decir, ¿eso era suficiente para ti?
– Bueno yo… ya no soy una niña, ya tengo una edad, y la verdad, no he tenido suerte con los hombres.
– Y esa es una razón de peso para casarte con alguien con el que no has podido ni intercambiar palabra… Luego está el tema cultural y religioso, ¿te lo has planteado?
– Sí, pero no creí que fuera un problema.
– Y ahora ¿qué piensas?
– Que en algo me he equivocado, ¡pero yo le quiero!
– ¿Le quieres?
– Sí.
– Bien, dime ¿qué tenéis en común, qué compartís?
– La verdad, en común… poco que yo sepa y compartir… ufff, no sabría decirte.
– ¿Cómo fue la relación antes de casaros?
– Me venía a buscar al trabajo, paseábamos, tomábamos té y me acompañaba a casa.
– Es decir igual que ahora. Entonces, ¿qué ha cambiado?
– Antes era divertido, romántico, me encantaba ser tan especial, que sólo me quisiera para él, que deseara estar conmigo todos los día y a todas horas, pero ahora…
– ¿Ahora?
– Ya no es romántico, ni divertido. Me siento atada, controlada y, lo peor de todo: ahora me parece horrible no poder explicarme y que él no me pueda explicar el porqué.
– ¿El porqué de qué?
– El porqué de esta situación.
– ¿Te has planteado en algún momento que las personas de diferentes culturas, diferentes religiones y diferentes idiomas tienen también una forma distinta de entender las cosas? Y no digo con eso que sea ni peor ni mejor, sólo que es distinta.
– Empiezo a darme cuenta, pero creí… -se queda en silencio sin poder continuar-.
– ¿Creíste?
– Que el amor era más grande que todo eso.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.