Érase una vez, no solo te pasa a ti

¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?

– Montse, ¿por qué las desgracias nunca vienen solas?
– … -silencio-
– Todo me pasa a mí, estoy harta y cansada.
– ¿Qué te pasa?
– ¿Por dónde empiezo?
– Por donde quieras.
– No has conocido ningún caso como el mío, seguro. Mi primer apellido es mala suerte y el segundo también.
– No estés tan segura, normalmente las personas que vienen a verme se piensas que las enfermedades, miedos traumas, problemas… solo les pasa a ellas y en realidad no es así.
– Yo soy diferente.
– Cuéntame.
– Hace cinco años se murió mi madre en un accidente, hace dos se murió mi padre de cáncer. Mi marido el año pasado me dejo por mi mejor amiga. Mi hija se ha ido a vivir al otro lado del mundo. Me han despedido del trabajo…
– Sí, la verdad, vaya panorama. También es muy habitual, no dejar ir las desgracias y seguir llevándolas a cuesta. Vamos por partes.
– ¿…?
– Me hablas de la trágica muerte de tu madre pero de eso ya hace cinco años. ¿Sí?
– Si, pero no por eso deja de dolerme.
– Lo sé, no he querido decir eso. Solo que ya hace cinco años.
– Luego me hablas de la muerte de cáncer de tu padre hace dos años.
– Pero pasa lo mismo que con la muerte de mi madre, no deja de dolerme.
– Soy consciente, luego que el año pasado te dejo tu marido por tu mejor amiga.
– Sí, ¡los odio!
– Puedo entenderlo, pero ya hace un año. Y todavía no lo has soltado, sigues atrapada a la emoción. Y así con todo lo demás.

Te voy a contar un cuento…

En un pueblo muy lejano, hace mucho tiempo, cuentan que murió el único hijo de una de las mujeres del pueblo, desolada por u perdida, no era capaz de enterrarlo, y mucho menos de poder separarse de él. Lloraba día tras día, pidiendo a los dioses que le quitaran la vida a ella también. Después de unos días decidió buscar ayuda, alguna pócima o brebaje tenía que haber para darle fin a su vida o para aliviarla de aquel dolor. Busco y busco sin hallarlo hasta que un día un vecino le dijo que fuera a ver al gran maestro que vivía en lo alto de la montaña. Cuando llegó ante él, le explico lo que tanto anhelaba y este le dijo que tenía fácil solución, para preparar el brebaje solo necesito una copa de vino casero. -Eso es fácil- respondió aliviada la mujer, pero antes de que esta saliera en busca de la copa de vino, el maestro añadió. -La copa de vino te la tiene que dar alguien que en su hogar no haya habido ningún difunto, solo ese vino, será capaz de hacer el hechizo.- le advirtió el maestro -así lo haré y cuando la tenga volveré.-
Fue de casa en casa y todos le ofrecían de buen grado la copa de vino, pero cuando mencionaba las condiciones que debía cumplir, se encontró que en todas y cada una de las casas la muerte había hecho acto de presencia. En una casa había muerto un abuelo, en la otra un hijo, en la de enfrente la madre, en la de más allá un tío, y así una a una hasta que no quedaron casas donde preguntar.
Cuando se dio cuenta de que no estaba sola en su dolor y desesperación, volvió a su casa para darle sepultura a su hijo y cuando se hubo despedido de este, marcho a ver al maestro para darle las gracias.

Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.

By | 2017-03-02T12:09:44+00:00 septiembre 6, 2013|Blog, En la consulta|0 Comments

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