¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Montse, no lo soporto.
– ¿A quién?
– A mi abuelo.
– ¿Qué es lo que no soportas?
– A él.
– Y eso ¿desde cuándo?
– Yo creo que desde que tengo uso de razón.
– ¿Cómo me lo describirías?
– Es una persona que no tiene corazón, es un amargado, siempre está de mal humor, todo le parece mal, es antisocial.
– ¿Y lo positivo?
– ¿Positivo?
– … -Silencio-
– No hay nada positivo.
– ¿Nada, nada, nada?
– ¡Nada! definitivamente nada. Y no me harás cambiar de opinión.
– ¿Tiene amigos?
– ¿Quién?
– Tu abuelo.
– Sí.
– ¿Muchos?
– No sé exactamente, pero que yo sepa tiene: el grupo de la petanca, el grupo de póquer de los jueves noche, el grupo de los compañeros del trabajo.
– ¿No te parece raro que una persona que no tiene nada, nada, nada positivo pueda tener tantos amigos?
– … -Arruga la frente, mira hacia arriba a la derecha y se toma su tiempo par pensar.-
– Sólo digo que es raro ¿no?
– Sí, es raro.
– Entonces ¿cabe la posibilidad de que algo positivo pueda tener?
– Si lo tiene, no lo demuestra con la familia.
– Bien, entonces podemos decir que tu abuelo puede tener cosas positivas que no demuestra en la familia.
– Sí.
– ¿O que si las tiene a lo mejor tú no te has dado cuenta?
– ¡No! no me pillas, ya te he dicho que no voy a cambiar de opinión, pase que pueda parecer buen tipo con sus amigos pero nada más.
– Bien, llegado a este punto ¿en qué te puedo ayudar?
– El problema es que desde que murió mi abuela, vive en casa. ¡y ya no lo aguanto más!
– Te repito la pregunta ¿en qué te puedo ayudar?
– Lo que de verdad me gustaría es que se fuese de casa.
– Ya, pero en eso no te puedo ayudar.
– Lo sé.
– … -Silencio-
– Montse, no sé que hacer, sólo sé que no se puede vivir con él.
– Si no puedes hacer que se marche ¿qué más opciones hay?
– Me podría ir yo, pero todavía estoy con la universidad y no tengo recursos.
– ¿Qué más?
– Convencer a mis padres para que lo metan en una residencia. Pero creo que le tienen más miedo que yo.
– ¿Le tienes miedo?
– Ya te he dicho que es un ogro y que no tiene corazón.
– Sí, pero eso no son motivos suficientes para tenerle miedo ¿o sí?
– … -Vuelve a arrugar la frente, pero esta vez mira hacia abajo.-
– ¿Qué opinas?
– Que quizás miedo no sea la palabra.
– ¿Y cuál sería la palabra?
– Yo creo que no quieren oírlo refunfuñar, ni que se cabree más de la cuenta. Si ya de normal es insoportable imagínate si lo cabreas.
– Entonces ¿qué más opciones quedan?
– Ya he intentado hacer ver que no está, también he pasado de él, también le he dado la razón en todo y luego he hecho lo que me ha dado la gana. Ya no sé que más puedo hacer.
– A lo mejor el problema esta ahí.
– … -Silencio-
– ¿Cómo te sentirías tu, si se muriera tu marido, te quedaras sola, te sacaran de tu casa donde están todas tus cosas y recuerdos, te instalaran en la casa de alguno de tus hijos con su familia, y estos empezaran a no hacerte caso o a decirte que a sí a todo y luego pasaran de ti, o que hiciesen como si fueses un mueble, o como si fueses transparente? -Mientras me escucha, pone cara de asombro, arquea las cejas y abre mucho los ojos, dejando abierta la boca y exclama…-
– ¡HORRIBLE!
– … -Silencio-
– Dios, fatal, debe de ser muy duro… -Vuelve a mirar hacia el suelo y se tapa la cara con las manos-
– … -Silencio-
– Pero es circunstancial, él siempre ha sido así, incluso antes de morir mi abuela, incluso antes de nacer yo.
– Que interesante ¿y eso cómo lo sabes?
– Porque me lo han contado.
– ¿Desde cuándo estas oyendo que tu abuelo es todas esas cosas?
– … -Vuelve a poner cara de asombro-
– Lo ves, a lo mejor esta es la percepción de los demás y tú no te has dado la oportunidad de descubrirlo por ti misma.
– Pero…
– ¿Pero? Que te parecería a ti que los demás diesen por buenos los comentarios que hacen terceras personas de ti, sin tan siquiera intentar contrastar la información.
– Mier… otra vez, ¿cómo puedo ser tan estúpida?
– Bien, ¿entonces ahora qué se te ocurre que puedes hacer?
– Puedo intentar, apartar mis prejuicios, e intentar averiguar por mí misma quién es mi abuelo,
– … -Silencio-
– También puedo hablar con él.
– Me parece perfecto, ¿a ti te parece buena idea?
– Sí.
– Esto me ha recordado una película que vi hace unos años ¿has visto Gran Torino de Clint Eastwood?
– No.
Te recomiendo que la veas, no es la típica película de Clint… de acción, tiene alguna escena, pero poca, es más bien una película de emociones y sentimientos, de culpa de valores y falsas creencias. Donde las cosas no son lo que parecen, sólo hay que darnos la oportunidad de poder descubrirlo.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.
 
			
					 
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