¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Mi hijo se ha enamorado de una mujer mucho mayor que el separada y con dos hijos.
– ¿Y cuál es el problema?
– Montse, no lo entiendes, él se merece algo mejor.
– ¿Pero no has dicho que se ha enamorado?
– Amor, amor, es muy joven, todavía no sabe que es el amor. Esta confundido.
– … -silencio-
– Y esa ha sido muy lista, se dio cuenta rápido de que es muy trabajador y que era fácil de enredar.
– Por lo que veo ella no es de tu agrado.
– ¿De mi agrado? Tiene dos hijos de dos hombres distintos y tiene 12 años más que mi hijo.
– … -silencio-
– ¿Cómo iba a ser de mi agrado?
– ¿Que opina tu marido?
– A él le da igual, claro, ella es monísima.
– ¿A tu marido le da igual porque ella es monísima?
– ¡Hombres!
– ¿Y eso podría ser un problema?
– ¿Un problema? No te entiendo.
– Me pregunto que si el hecho de que tu marido la encuentre “monísima” a ti te plantea algún problema.
– No quiero tenerla cerca, eso es todo, no creo que sea buena para mi hijo.
– Entiendo, pero no me has contestado a mi pregunta, no quiero incomodarte, pero…
– Si quieres que te diga si me gusta la idea de que este por casa moviendo su “culito respingón” y haciendo ojitos a mi marido ¡la respuesta es obvia!
– Si fuera fea, ¿te molestaría que tu hijo estuviera con ella?
– ¿Fea?
– Si, fea.
– Hombre mi hijo tiene buen gusto, no se enamoraría de una fea.
– De acuerdo, pero eso no es lo que te he preguntado.
– La pregunta es ¿si me molestaría de la misma forma que ella fuera fea?
– Exacto.
– Mmm… -se toma su tiempo para responder- me revienta decirlo pero no la verdad es que me molestaría pero no tanto. ¿Contenta?
– No se trata de que yo esté o no contenta, se trata de lo que te ha hecho venir a verme, por cierto ¿en qué quieres que te ayude?
– ¿…?
– Si, ¿para qué has venido a verme?
– Yo… quería… que me dijeras como puedo hacer pareja que mi hijo deje a esa chica. -su voz suena a avergonzada-
– Y ¿es eso lo qué sigues pensando que quieres? O ¿has cambiado de opinión?
– La verdad, después de hablar contigo, las cosas son distintas.
– ¿Distintas?
– Sí, estoy descolocada. Sigo pensando que no es buena para mi hijo hay mucha diferencia de edad y además tiene dos hijos. Y por otra parte… reconozco que me he sentido amenazada.
– Esta bien, muy bien. Entonces estamos delante de dos cuestiones por eso estas descolocada. Si te parece, tratemos primero una y luego la otra.
– Vale.
– Hay que trabajar tus miedos e inseguridades respecto a tu marido y por otro aceptar lo que decida tu hijo.
– … -silencio-
– ¿Has hablado con tú hijo?
– No sé cómo hacerlo.
– Bien, pues manos a la obra.
Continuará…
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.
 
			
					 
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