¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Montse, no se qué quiero.
– ¿No sabes lo qué quieres?
– No.
– Es bastante normal.
– ¿Es bastante normal?
– Sí, más de lo que te crees.
– ¿Entonces…?
– Dime qué es lo que no quieres.
– Mmm… ¿Qué te diga lo que no quiero?
– Sí, siempre es más fácil ¿A qué esto si que lo sabes?
– Creo que sí, dejame pensar…
– Empecemos si te parece por intentar acotar un poco.
– ¿Acotar?
– Sí, es que si no la lista puede ser interminable -jajaja, nos reímos las dos-
– No saldríamos nuca.
– Exacto, cuándo dices que no sabes lo que quieres ¿a qué aspecto de tu vida te refieres?
– Al sentimental.
– Lo ves, ya hemos acotado muchísimo -vuelven las risas-
– Ok, ya lo entiendo.
– Perfecto, si te pregunto exactamente a que te refieres con tu vida sentimental…
– A mi pareja.
– ¡Perfecto!
– Jajaja, que fácil.
– ¿Qué es lo que no quieres en o de tú relación sentimental con tú pareja?
– La verdad…
– … -silencio- tómate tu tiempo.
– Mmm… creo… no, no lo creo, sé que no es lo que yo quería. – suelta una gran bocanada de aire-
– Ok muy bien, y ¿qué es lo qué tú querías?
– Un hombre cariñoso, atento, divertido…
– ¿Y tú pareja no lo es?
– ¡No!
– ¿Qué me dices de lo qué si tiene?
– La verdad, no es suficiente.
– Llegado a este punto, dime ¿qué quieres?
– Montse, no es tan fácil.
– Yo creo que saber lo que quieres si que es fácil, ahora bien lo que a ti te parece tan difícil es lograrlo.
– ¡Exacto!
– Bien, dime, sin miedo ¿qué es lo qué quieres?
– A un hombre cariñoso, atento, divertido, pareceré muy cursi pero… que me haga sentir especial.
– Perfecto ¿y el qué tienes ahora no reúne estas cualidades?
– No.
– ¿Puede cambiar?
– Aunque cambiara, ¡no le quiero! -se queda sorprendida de lo que acaba de decir-
– Ok, no pasa nada, entonces creo que la decisión esta tomada.
– No, no puedo, ya te he dicho que no es tan fácil.
– ¿Qué es lo qué te resulta tan difícil? ¿qué te lo impide?
– Y si no encuentro a nadie más, y si me quedo sola… -rompe a llorar- ¡no quiero estar sola!
– Prefieres quedarte con él, sabiendo que no quieres estar con él.
– Ya sabes lo que dicen “mejor malo conocido, que bueno por conocer”.
– ¿De verdad?
– Sí -rompe a llorar-
– ¿Y el qué dice “más vale estar solo, qué mal acompañado”?
– Me da mucho miedo quedarme sola.
– ¿Ya lo has estado alguna vez?
– No, nunca.
– Defíneme que es para ti estar sola.
– Mmm…
– … -silencio-
– Es cómo un gran vació.
– Intenta acotar un poco más.
– Vació, porque no hay nadie más.
– ¿No hay nadie más para…?
– Para decirme lo que debo o no hacer…
– … -silencio-
– Es tener que tomar decisiones porque no hay nadie más que las tome por mi.
– Me parece muy interesante, ¿y esto te resulta…?
– Muy incomodo nunca he tenido que tomar decisiones siempre me han dicho lo que tenía que hacer.
– Esto no es tener miedo a la soledad, ¿no crees?
– No, es otra cosa.
– ¿Cómo lo definirías?
– Miedo a tomar decisiones.
– Perfecto, hoy hemos descubierto que es lo que quieres en realidad, que te impide lograrlo, que no le tienes miedo a la soledad sino a tener que tomar decisiones. Quiero que pienses en todo ello y continuaremos la próxima semana.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.
 
			
					 
												 Uso cookies para mejorar la experiencia de uso de la web, si continuas navegando entiendo que aceptas su uso. Por favor, visita la página de
Uso cookies para mejorar la experiencia de uso de la web, si continuas navegando entiendo que aceptas su uso. Por favor, visita la página de