¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– ¿Es realmente así?
– Claro.
– ¿Estas segura?
– Sí.
– Entonces, si lo he entendido bien, me dices que ayer, a él se le olvido que era tu cumpleaños y te sentó fatal, te enfadaste.
– Sí -me interrumpe-
– Y terminas diciendo que te da igual.
– Sí.
– ¿Qué te da igual?
– ¿Qué quieres que haga?
– Yo no quiero que hagas nada, solo te pregunto si tiene sentido enfadarte y luego decir que te da igual. ¿En qué quedamos, te molesta o te da igual? Es para que yo lo tenga claro.
– ¡Me molesta! Y mucho.
– ¿Entonces por qué dices que te da igual?
– Porque no puedo hacer nada, es lo que hay.
– Sea cierto o no que “es lo que hay» tú tienes la posibilidad de decir lo que quieres o piensas. ¿Qué sentido tiene que afirmes que te da igual, cuándo en realidad te ha molestado mucho? Quiero qué te tomes tu tiempo para responder.
– No se que sentido tiene, pero así demuestro que no me importa, que yo también paso.
– Demuestras… ¿a quién?
– ¿A quién?
– Sí ¿es algo para ti, para él o para los demás?
– ¿Eso es importante?
– Sí.
– No lo se.
– Bien, cierra los ojos y sitúate en el momento, es tu cumpleaños y él se ha olvidado. Di en voz alta, me da igual.
– Me da igual.
– Muy bien, ¿cómo te sientes?
– ¡Fatal!
– ¿Por?
– Porque no es verdad.
– Muy bien, ¿para qué te es útil, qué objetivo o propósito positivo hay para ti?
– Positivo… No sentirme tan insignificante.
– Muy bien, ahora vuelve a cerrar los ojos e imagínate que se lo estás contando a tus amigas, verbaliza que te da igual.
– Me da igual.
– ¿Qué tal?
– Mal.
– ¿Por?
– Por lo mismo.
– Y ¿qué propósito positivo hay?
– Que… no se compadezcan de mi y que no me bombardeen con que él es un impresentable, que no me quiere, que no le importo.
– Ok, y ahora cierra los ojos y díselo a él, dile que te da igual, ¿qué objetivo positivo hay?
– No quiero que crea que esas chorradas son tan importantes para mi.
– Lo has vuelto ha hacer.
– ¿El qué?
– ¡¿Chorradas?! ¿Cómo qué chorradas?
– ¡Ostras!
– ¿Te das cuenta? Inténtalo de nuevo.
– No quiero que sepa que estoy loca por él y que en el fondo soy una romanticona, que todas esas cosas son muy importantes para mi…
– Perfecto, muy bien. ¿Y qué puede pasar?
– Que no le guste como soy.
– ¿Y eso es malo?
– ¡Claro!
– ¿Por?
– Porque si no le gusta como soy, me dejará.
– Repito y ¿eso es malo?
– No te entiendo.
– ¿Para qué te sirve un hombre que no te quiere tal y cómo eres?
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.
 
			
					 
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