¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Montse, tengo un problema.
– Tú dirás.
– Esto… suena un poco mal, pero… -me mira y se queda unos segundos en silencio- Estoy… ¿cómo decirlo?… estoy enamorada de dos hombres. Sí, eso es -dice sorprendiéndose a sí misma, como si acabara de darse cuenta de lo que le sucede- ¡estoy enamorada de dos hombres a la vez!
– ¿Y cuál es el problema?
– Mmm… que me gustaría poder quedarme con los dos -mira el vacío, coge aire y añade- no, mejor aún, me gustaría hacer un hombre de los dos. Sí, eso es lo que me gustaría.
– Una especie de hombre perfecto.
– Sí, exacto.
– ¿Has visto la película Ruby Sparks?
– No.
– Te la recomiendo.
Ruby Sparks trata de un escritor que crea a su mujer ideal, con tanta suerte que, además de darle vida sobre el papel, esta mujer se vuelve de carne y hueso. Siempre que él quiere cambiarle algo, sólo tiene que volver a la novela y modificarla para que ella se amolde a su nuevo deseo. Así, la va retocando a su antojo. Sin embargo, cuanto más la transforma, más distancia se establece entre los dos y más necesita volver a rehacerla. La búsqueda del amor perfecto hará que el escritor cada vez quiera cambiar más cosas de ella y, lo que parecía un sueño hecho realidad, se torna en una espiral de insatisfacción en la que el ideal se convierte en lo más odiado.
¿Realmente queremos a la persona con la que estamos?, ¿O nos empeñamos en materializar nuestro ideal en ella?, ¿Por qué no nos conformamos con la persona tal y como es en lugar de ansiar cambiarla continuamente?
Si conseguimos que cambie y se convierta en lo que nosotros proyectamos, por una extraña razón, deja de gustarnos. Por el contrario, si no cambia, no dejamos de insistir para que lo haga y no anhelamos otra cosa que esa imagen ideal. ¿Incongruencias? Una vez más, sí.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.