Gru el villano 2, aprendiendo de los peques

¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?

¿Quien dijo que los niños no se enteran y que no nos pueden enseñar nada nuevo? Bien una vez más a través de una película de animación (es decir, de dibujos animados), nos vuelven a mostrar, a los más adultos como puede un niño saber en según qué situaciones mucho más que nosotros.

Gru 2 es una película “infantil” que gusta a peques y mayores. Divertida, de aventuras, romántica y tierna a la vez. ¿Se puede pedir más?

Se pueden rescatar muchas frases memorables y muchos momentos pero hoy me quiero centrar en uno en particular, que no tiene desperdicio (prometo escribir otro post, con otros momentos estelares). Bien, hay una escena que cuando la vi en el cine, pensé ¡toma hostia! Si de esas de “Plaf, Plaf” en toda la cara, de esas hostias verbales que a uno le hacen abrir los ojos, de esas que a mi tanto me gustan, pues bien hoy la quiero compartir con vosotros, quizás, si ya has visto la película te hayas percatado, pero por si todavía no la as visto te animo desde aquí. Para quien la haya visto le servirá para recuperar una gran escena y para quien le paso inadvertida la pueda apreciar ahora.

Bien la escena es… noche lluviosa, el protagonista Gru está sentado en las escaleras de la entrada de su casa a cielo descubierto (la lluvia resbala sobre su rostro) él, abatido, es indiferente a la lluvia. En esto que se abre la puesta y sale Agnes, la hija adoptiva más pequeña. Como es normal en los niños (está claro) sale con un paraguas y se sienta a su lado.

La conversación va más o menos así:
Agnes- ¿Qué te pasa?
Gru- Estoy triste, sabes tenías razón, me he enamorado de… (Agente super secreta)
Agnes-¡yupi, lo sabía! pero… ¿Por qué estás tan triste?
Gru- Verás las cosas no son tan fáciles, esto… ella se va a un país muy lejano por trabajo y no la volveré a ver.
La niña se queda pensativa y al cabo de unos segundos le dice.
Agnes- ¿Puedo hacer algo?
Él se la mira, sonríe y le dice con amargura. (como la mayoría de adultos que creen que los niños no pueden entender lo complicada que son las “cosas” de los adultos).
Gru- No, me temo que tú no puedes hacer nada.
Ella vuelve a quedarse en silencio, y le responde. (de la forma simple y sencilla que suelen hacer los niños, cuando aún no están intoxicados por los “no puedo, o es muy difícil” de los adultos).
Agnes- ¿Y tú, tú puedes hacer algo? – “Plaf, Plaf”

Con lo que a él le cambia la cara, coge fuerzas, se da cuenta de que sí, sí que puede. Que la solución depende de él, ha pasado de la mayor de las tristezas y sentimiento de desolación a un chute de energía- ¡Bien por Agnes!

¿A ti también te parece una hostia?
¿Se te ocurre otra solución?

Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.

By | 2013-07-17T10:22:52+00:00 julio 17, 2013|Blog, En la consulta|0 Comments

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