Si preguntas a la gente si sabe escuchar la mayoría suele responder de forma afirmativa, si les preguntas la diferencia entre, oír, escuchar y escuchar activamente, aquí la cosa se complica. En principio lo que hacemos todos es «oír» percibir las vibraciones de sonidos a través del oído, lo que creemos que hacemos es «escuchar» prestar atención a lo que se oye dándole sentido, y lo que hacen solo unos pocos es «escuchar activamente» o lo que en otras disciplinas llaman escucha inteligente. Se trata de percibir el lenguaje verbal y no verbal de manera voluntaria y atenta para poder entender y comprender al interlocutor.
Con observar las tres definiciones podemos ver claramente las diferencias. La pregunta es ¿Se puede aprender a escuchar activamente? ¿Y Para qué nos puede ser útil? La respuesta de la primera pregunta es afirmativa, sí, se puede aprender, y la respuesta a la segunda cuestión, puede tener tantas respuestas como intereses, por nombrar algunas,: para no cometer errores, o al menos minimizarlos, es decir, para no dar por hecho, interpretar, juzgar, bloquearse, (al escuchar lo que no esperamos o queremos). ¿Para qué más es útil? para saber realmente que nos dice nuestro interlocutor.
A todos nos gustaría que la persona que tenemos delante nos esté escuchando de forma activa, sin juicios, sin interpretar, sin evadirse, entendiendo justo lo que queremos decir sin añadir ni quitar nada ¿no? Pues el primer paso es empezar por nosotros.