¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Me da vergüenza pero hace más de 8 meses que no tengo relaciones sexuales.
– ¿Tienes pareja estable?
– Sí, ¡ese es el problema! llevo 18 años casada.
– ¿Ese es el problema?
– Tú dirás…
– … -Silencio-
– Todo el mundo lo sabe, pero nadie lo dice.
– ¿Todo el mundo lo sabe?
– Es lo que pasa cuando llevas muchos años casada, pasas de dos al día a uno a la semana, y luego a uno al mes… y al final se termina, ya no hay más sexo.
– Y ¿en qué te puedo ayudar?
– Soy muy joven, no quiero ni pensar que no voy a tener más sexo.
– Esto lo entiendo, pero te vuelvo a reformular la pregunta, en qué te puedo ayudar.
– No lo sé la verdad. Tienes alguna…
– ¿Alguna…?
– Si ya sabes algunas gotitas…
– ¿Gotitas…?
– Si para dárselas a él.
– Quieres que te de unas gotitas para dárselas a él, ¿para…?
– Para que le vuelva a apetecer hacer el amor conmigo.
– Me temo que no existen esas “gotitas” y si existiesen ¿crees que serían una buena solución?
– Hombre serían una solución, no sé si buena pero solución a fin y al cabo.
– Te has planteado hablar con él sobre el tema.
– ¿Hablarlo? Y que quieres que le diga. Oye, que te has olvidado de que llevamos 8 meses que no foll… Perdón que no practicamos sexo.
– Quizás así no, aunque sería una opción.
– ¡¿Estás loca?! De esas cosas no se habla.
– ¿De esas cosas no se habla?
– … -Silencio-
– ¿Exactamente de qué cosas no se habla?
– Pues de que va a ser, de sexo, ¡qué vergüenza!
– ¿Qué no me has dicho que llevas casada 18 años?
– Sí ¿y qué tiene que ver?
– Vale, vale, de acuerdo. Entiendo que no has hablado nunca de sexo con tu pareja.
– En lo que llevamos de sesión has verbalizado dos veces “vergüenza”.
– No me he dado cuenta. ¿Tiene alguna importancia?
– Creo que sí.
– Soy vergonzosa desde siempre, no es nuevo. Pero eso nunca a sido un problema él también lo es.
– ¿Qué otra manera se te ocurre, que podrías utilizar para poder decirle a tu marido que hace 8 meses que no tenéis relaciones?
– Sin decírselo, ¿quieres decir?
– Exacto.
– Mmm… -mira hacia arriba, tarda unos minutos y al final prosigue- esto… -se le escapa una sonrisita- hace tiempo que no lo ago.
– … -Silencio-
– Antes me disfrazaba de enfermera cuando quería tema…
– Muy bien. ¿Eso lo podrías volver a hacer?
– Sí.
– ¿Era cómo una señal?
– Sí, era un juego, era la forma de decirle hoy toca, y no fallaba nunca.
– ¿Por qué degastes de hacerlo?
– Por qué me sentía gorda y ridícula.
– y ¿cuánto hace que lo dejaste?
– No se deja que piense… hará unos 8 meses. -dice sin más- ¡8 meses!
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.