Érase una vez, una lección trascendental.

Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.

– Montse mi marido dice que son tonterías, que los niños no se enteran de nada.
– ¿Y tú qué crees?
– ¿Yo? Que no son tonterías, que aunque sean pequeños no son tontos y puede que haya cosas que no entienden, pero lo que realmente es importante, sí.
– Esto me recuerda un cuento…

Érase una vez, en un país muy lejano… El hombre más rico de la comarca quiso darle una lección trascendental a su hijo, había llegado la hora de que esté valorase todas las riquezas que tenían y lo afortunados que eran.
Ese día decidió llevar a su hijo a pasear por todas sus tierras para que pudiera ver con sus propios ojos lo pobre que era la gente.
Una de las paradas fue pasar el día entero en la granja de unos campesinos muy humildes.
Al terminar el viaje, ya de camino a casa, el padre le preguntó a su hijo:
– ¿Qué te pareció el viaje?
– Muy bonito
– ¿Viste qué necesitada y pobre es esta gente?
– Sí.
– ¿Y qué aprendiste?
– Vi que nosotros tenemos un perro, y ellos tienen más. Nosotros tenemos una piscina de treinta metros y ellos un rio que no tiene fin. Nosotros tenemos unas bonitas lamparas en el jardín, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta el borde de la casa, el de ellos se pierde en el horizonte. Pero lo que más me llamo la atención, papa, es que ellos tienen tiempo para conversar y convivir en familia. Tú y mamá tenéis que trabajar todo el día, y casi nunca estamos juntos.
Cuando el niño termino, el padre se quedo sin palabras, y el hijo agregó:
– ¡Gracias papá, por enseñarme lo importante que es ser rico, y por mostrarme lo ricos que podríamos llegar a ser!

-Ahora dime ¿quién es el que no se entera de nada?

Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.