¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– En la sesión anterior hablamos sobre el significado de la palabra egoísta.
– Sí.
– También de la responsabilidad.
– Sí.
– ¿Qué tal?
– Con las cosas un poco más claras.
-… -silencio-
– Ahora tengo claro que mis hijos no son conscientes de que me están haciendo daño. Y esto para mi es muy importante.
-…-silencio-
– Incluso ahora entiendo que no sean conscientes de que están siendo egoístas, pero no se como arreglarlo.
– Bien pues si te parece continuemos. Comentabas en las sesiones anteriores que cuando ellos te piden algo, tu los escuchas e intentas solucionar rápidamente el conflicto antes de que se enfaden. ¿Si?
– !Exacto! Le he estado dando muchas vueltas y me ha venido a la memoria una frase de mi padre.
– … -silencio-
– «El amor de los hijos no se compra.» -rompe a llorar-
– ¿Cómo te sientes?
– No quería pero… me di cuenta que la dichosa frase venia una y otra vez a mi mente. Me duele pensar que yo estoy haciendo eso ¿tú crees que yo estoy comprando el amor de mis hijos?
– No se trata de lo que yo piense, sino de lo que pienses tú.
– Es que no se que pensar.
– Retomemos el tema para ver si lo ves más claro ¿A ti qué te parece que tus hijos puedan hablar contigo cuándo ellos necesitan algo y cuándo la qué lo necesita eres tú, no te escuchen?
-… -silencio-
– ¿Por qué ellos sienten que tienen derecho a pedir, pedir y pedir y por qué tu te sientes en la obligación de dar, dar y dar?
-… -silencio-
– Aquí esta el tema, quiero que cierres los ojos, respires hondo y que te relajes. ¿Qué creés qué hay de cierto en lo que ellos opinan de ti? ¿Eres un desastre como madre, todo lo haces mal y eres una egoísta?
-… -Se toma su tiempo y responde- Cuando mi marido murió todo se vino a bajo, yo… no sabia como afrontarlo y me centre en el trabajo, quizás no supe estar lo suficiente a su lado, ellos estaban muy tristes pero yo también. A lo mejor no fui todo lo buena madre que debiera -rompe a llorar-
– … -silencio-
– Yo creía que si trabajaba y ganaba dinero y les compraba cosas, les apuntaba a todas las extraescolares, excursiones y demás estarían bien. Pero eso solo ha servido para que sigan pidiendo… -abre los ojos como platos, se levanta de la silla y se tapa la cara con las manos- ¡Dios, están haciendo lo que yo les enseñe, están demandando mi amor como yo lo hacia.
-… -silencio-
– ¡Desde entonces he comprado el amor de mis hijos!
– ¿Cómo te sientes?
– Aliviada, sí, aliviada, bufff que descanso.
– Genial ¿ahora te parece tan malo querer comprar el amor de tus hijos?
– No, no me parece malo… me parece equivocado, pero en ese momento no supe hacerlo de otra manera.
– Perfecto. ¿Entonces…?
– Entonces, ya se lo que tengo que hacer, sí o sí voy ha hablar con ellos.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.
 
			
					 
												

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