¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Montse, haga lo que haga, no soy feliz.
– ¿Hagas lo que hagas?
– Sí, estoy harta, nada me satisface, parece que sí, pero dura muy poco, demasiado esfuerzo por conseguirlo y una vez que lo tengo… pierdo el interés.
– ¿Demasiado esfuerzo por conseguirlo? ¿A qué te refieres?
– No se, la última vez me encapriche del último modelo de Audi, y no pare hasta que lo conseguí. Quería un perro, concretamente un Danes, y lo mismo, no pare hasta que lo conseguí, me hacia mucha ilusión ir a Montevideo y lo mismo, no pare hasta que lo conseguí.
– ¿Y?
– Mucho esfuerzo para conseguir lo que en un principio creo que me hará feliz y cuándo lo tengo, es cómo que me desinflo… no me satisface, quiero más, pero no se qué.
– Esto me recuerda un cuento…
Érase una vez, en un país lejano, en un día soleado se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer. Después de muchos días debatiendo cómo deberían ser, llegaron a la conclusión que lo mejor seria hacerlos a su imagen y semejanza, es decir una replicas de ellos mismos, cuándo parecía que todos estaban de acuerdo… el más sabio de todos los dioses alzo la mano y dijo;
– No podemos crear al hombre y a la mujer a nuestra imagen y semejanza ya que eso solo sería al fin de cuentas, crear dioses, no humanos. Tiene que haber algo en ellos que sea diferente.
– Es cierto -asumieron el resto-.
– Yo propongo que les quitemos algo.
– Sí, pero ¿el qué?
– ¿El amor, la tristeza, la inteligencia, la alegría, la ira? ¿Qué?
El más sabio volvió a levantar la mano;
– ¿Qué os parece la felicidad?
Una vez se pusieron todos de acuerdo, se pusieron manos a la obra, empezaron a crear al hombre y a la mujer y llegó el momento;
– ¿Dónde podemos esconder la felicidad, para que no la encuentren jamás?
– Podemos esconderla en el fondo del océano, ahí nunca la encontraran.
Inmediatamente otro dios le repuso:
– No, recuerda que le dimos inteligencia, tarde o temprano encontrarán la manera de sumergirse en el océano más profundo.
– Entonces escondámoslo en la cima más alta de la tierra.
Y otro replicó:
– Recuerda que les dimos fuerza y tenacidad, algún día la encontrarán.
Otro más añadió:
– Escondámosla en un planeta lejano, así jamas lllegarán.
Y le respondieron:
– Recuerda que les dimos sabiduría y paciencia, algún día construirán una nave que les pueda llevar a cualquier planeta, y llegará un día en que la encontrarán y ese día podrán ser iguales a nosotros.
Debatieron durante días sin encontrar respuesta alguna, hasta que el más sabios de todos volvió a alzar la mano.
– Creo saber donde podemos esconder la felicidad, para que nunca la encuentren.
Todos se miraron, con cara de asombro y al unísono preguntaron ¿dónde?
– El lugar perfecto donde nunca se les ocurrirá buscar es dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscando fuera que nunca la encontrarán.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así. El hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva consigo.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.