¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– En la última sesión trabajamos el “NO”.
– Sí.
– Quedamos en que practicarías durante esta semana.
– Sí.
– ¿Y qué tal, cómo ha ido?
– En parte bien y en parte mal.
– Explícame la parte mala.
– Me he dado cuenta de que son muchas las ocasiones en las que digo “sí”, cuando en realidad es “No”.
– De acuerdo, ¿y lo qué ha ido bien?
– En primer lugar las he podido reconocer más fácilmente y en segundo lugar, me he parado antes de responder, no todas las veces la verdad…
– … -silencio.
– Pero aun así, estoy orgullosa.
– ¿Orgullosa?
– Sí, he sido capaz de reconocer muchas de las situaciones, tomar conciencia y no responder impulsivamente, me he tomado mi tiempo y he pensado si quería o no hacer lo que me pedían e incluso en alguna ocasión me he atrevido a decir que me iba mal.
– ¡Muy bien! ¿Y qué ha sucedido?
– En algunos casos ha sido suficiente.
– ¿Ha sido suficiente?
– Sí, quiero decir que la persona entendía que no podía y listo, pero en otros casos… no ha salido tan bien.
– ¿A qué te refieres?
– Bueno, hay quien es muy insistente.
– ¿Y tú cómo lo has gestionado?
– Hice lo que tú me enseñaste, pero… no se daban por aludidas.
– Explícame ¿exactamente…?
– Bueno yo intente explicarme pero… con cada explicación, lo empeoraba más.
– Entiendo, entonces tu primero paraste y tomaste conciencia, y cuando le dijiste que no te iba bien, la persona insistió.
– Sí.
– Y entonces intentaste persuadirla dándole explicaciones.
– Exacto pero esto, lo empeoro.
– Bien hoy aprenderemos esta lección, es mejor no dar explicaciones, evidentemente hay momentos que si las requieren, pero no siempre, hay que reconocer a quien si hay que dar explicaciones, ¿a ti a quien se te ocurre?
– Por ejemplo ¿a un jefe?
– Sí, pero tampoco hay que extenderse demasiado.
– Bien lo entiendo.
– ¿En qué otra situación?
– Con las personas más cercanas, mi marido, mis hijos, pero sin extenderme demasiado -ríe y me guiña un ojo-
– Perfecto.
– Bien, si se vuelve a repetir esta situación, ¿qué pasaría si en vez de dar tú las explicaciones las pidieses?
– ¿Qué yo pida explicaciones? ¿De qué?
– Imagina que te piden algo que no quieres hacer. ¿Si?
– Sí.
– Bien ahora imagina que en vez de dar tú las explicaciones de porque no puedes, le preguntas a la persona que te pide determinada cosa, por ejemplo, si no lo puede hacer más tarde, o si no lo puede hacer otra persona, o si corre prisa, o si se podría gestionar de otra manera…
– Ya lo entiendo, esto parece más fácil.
– Perfecto por hoy lo dejamos aquí práctica y nos volvemos a ver.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.
 
			
					 
												
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