¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Bien sigamos, me decías que…
– ¿Qué clase de persona seria si hago llorar a la persona que quiero?
– Exacto, ¿me puedes explicar que tipo de persona serías?
– Pues, alguien horrible ¿no?
– ¿Horrible?
– Si, sin escrúpulos, dudo de que alguien te quiera y te haga llorar sin motivo.
– ¿Sin motivo?
– Si, yo ya estaba gorda cuando nos conocimos, a eso me refiero.
– Entonces ¿debo entender que si te hubiera conocido delgada y hubieras engordado, entonces si que tiene motivo para hacerte llorar?
– No, no, no me he he explicado bien, no quería decir eso.
– … -Silencio-
– Quería decir… bueno que no, que no esta bien hacer llorar a la persona que quieres, puedo entenderlo, cuando se hace sin querer…
– ¿Lo puedes entender cuando se hace sin querer? – La interrumpo-
– ¡Ostras Montse! No lo estoy justificando solo digo que…
– ¿No lo estas justificando?
– Bueno si, pero solo un poco. A ver, lo que quiero decir es que considero que si quieres a alguien no quieres verlo llorar. ¡Eso es! Y si por el motivo que sea sin querer esto ocurre, quiero decir que lo haces llorar, yo me siento fatal e intento arreglarlo rápidamente.
– Perfecto, mucho mejor. Entonces ¿tu crees que a el no le hace daño verte llorar?
– Mmm – Se toma su tiempo- es que…
– ¿Es que…?
– Suena horrible. -Rompe a llorar-
– … -Silencio-
– ¡No me quiere!en el fondo ya lo sabia pero… es que yo le quiero.
– ¿Cómo has llegado a la conclusión de que él no te quiere?
– ¿? Esta claro ¿no?
– No, por eso te lo pregunto.
– Yo solo te he preguntado ¿si tu crees que a él no le hace daño verte llorar?
– Ya, pues por eso. Si le hiciese daño, no me haría llorar. Por lo tanto como lo hace quiere decir que no le hace daño y si no le hace daño quiere decir que no me quiere. -coge aire y vuelve a llorar-
– Dios, cuantos “quiere decir”.
– ¿…?
– Fíjate que son interpretaciones tuyas.
– ¿Entonces me quiere? -dice aliviada-
– Yo no se si te quiere o no, solo digo que son interpretaciones. Vamos por pasos.
– De acuerdo.
– En primer lugar tu me decías que no te gustan las mentiras y que quieres que te digan la verdad, ¿no es así?
– Si.
– Bien, entonces tu le has pedido a el que no te mienta y te diga la verdad.
– Si.
– ¿Siempre?
– ¿Que quieres decir con siempre?
– ¿Que si le has pedido que te diga la verdad siempre?
– ¡Claro! ¿Sino que tipo de verdad iba a ser?
– Perfecto, ¿y el lo cumple?
– No te entiendo.
– Si, si él hasta el día de hoy lo ha cumplido ¿siempre que tu sepas te ha dicho la verdad, por cruel que fuese?
– Hasta donde yo se si.
– Perfecto, y ¿esto para ti que representa?
– Que me quiere.
– Es decir que el hecho de que te diga la verdad, aun que pueda ser dolorosa para ti es una prueba de amor.
– Exacto.
– Bien ¿qué pasaría si te continuase diciendo la verdad pero de otra manera?
– ¿De otra manera?
– Si hay diferentes formas de decir las cosas, ¿no?
– Sí, claro.
– Y a veces con que te digan las cosas una vez es suficiente ¿no?
– Sí.
– Bien, ¿cuántas veces te dice que estas gorda?
– No lo se.
– Esto suele pasar, quiero decir a veces no hace falta que te digan exactamente las palabras “estas gorda”, con una mirada vasta. O con un “así vas a salir” o “ese jersey te marca la barriga” o “¿tienes más hambre?” Cualquier comentario que este relacionado hará que nuestra mente haga las conexiones pertinentes a “estas gorda”.
– De acuerdo, llegado a este punto. ¿Que crees que podrías hacer?
– Mmm…podría hablar con él, para explicarle como me siento?
– ¿Si…?
– Y también podría hablar con él, y reconducir lo de decir la verdad, toda la verdad.
– ¿Y..?
– Mirar de decir las cosas de otra manera.
– Perfecto, ¿qué te llevas de la sesión de hoy?
– Que lo doloroso no es la verdad, lo que duele es la forma en que te la dicen.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.