¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Hola de nuevo ¿Cómo estáis?
– Bien -responden al unisono-
– ¿En qué puedo ayudaros?
– Comentaste que si necesitábamos comentarte algo más, que viniéramos.
– Cierto, si no recuerdo mal, el motivo de la primera visita era recuperar la amistad. ¿si?
– Exacto.
– Y estuvimos trabajando sobre ese tema y en la última sesión recordamos las bases de vuestra amistad.
– Sí y la verdad es que nos ha venido muy bien esta semana para reflexionar, hemos hablado mucho y nos hemos dado cuenta de muchas cosas.
– Me alegro.
– Pero aun así, tenemos dudas que no hemos podido… como decir, solucionar o aclarar.
– ¿Qué tipo de dudas?
– Es lo que tiene cuando una se sincera…-aclara I-
-… -silencio-
– Tranquila, tranquila, venimos en son de paz. -responden ambas al ver mi expresión, risas-
– Bien, me alegro. -acompaño las risas-
– Una de las dudas es ¿qué podemos hacer cuándo esto nos vuelva a suceder?
– ¿Dais por hecho que os va a volver ha suceder?
– Mmm… -ambas se miran antes de responder- creemos que si ¿es mala señal?
– Ni buena ni mala, solo era una pregunta. Bien, os preocupa saber que hacer si se vuelve a repetir ¿si?
– Sí, no podemos venir a verte cada vez que nos enfademos ¿No?
– No, no sería lo recomendable. -risas-
– ¿Entonces?
– De acuerdo ¿qué os llevo a esa situación?
– ¿Te refieres a que es importante recordar cómo llegamos a ese punto?
– Sí.
– Creo… -respira, se crea un silencio y continúa- que todo empezó antes del verano, cuando no se dio cuenta de que sus palabras me molestaban -responde I-.
– Muy bien, cierra los ojos e imagina esa situación ¿cómo te sientes?
– Mal.
– Vete a un momento anterior, quiero decir anterior al momento en que le cuentas que te vas de vacaciones con tu marido. ¿Cómo esta tu sensación con ella?
– Mmm… bien, aquí estoy tranquila, bien.
– Perfecto, entonces queda claro el momento. ¿Sí?
– ¡Genial!
– Bien, volvamos al momento en que te sientes mal ¿qué te hubiera hecho falta en ese momento para no sentirte mal?
– Mmm… primero, no me gusto lo que me dijo, ni como me lo dijo.
– Perfecto, eso ya lo tenemos claro las dos -busco la complicidad de D-
– Vale, vale -risas de ambas-
– Entonces ¿qué podrías hacer para no sentirte así?
– Quizás, que ella hubiera respondido de otra manera.
– Ja ja ja, erre que erre. Bien eso depende de ella y es su responsabilidad ¿Estas de acuerdo?
– Vale, vale, ya lo pillo -vuelven las risas- se trata de mi ¿no? Algo de lo que yo sea responsable, lo de ella no lo puedo cambiar.
– Muy bien.
– Entonces… si veo que no se da cuenta de que me esta haciendo daño o hace algo que me molesta… será mejor que se lo diga al momento, para poder aclararlo y para que no se haga más grande de lo que es en realidad.
– ¿Cómo te sientes?
– ¡Genial!
– Y a ti qué te parece -le pregunto a D-
– Idem ¡Genial!
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.
 
			
					 
												

 Uso cookies para mejorar la experiencia de uso de la web, si continuas navegando entiendo que aceptas su uso. Por favor, visita la página de
Uso cookies para mejorar la experiencia de uso de la web, si continuas navegando entiendo que aceptas su uso. Por favor, visita la página de