¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Montse tengo problemas con mi familia política.
– ¿De qué tipo?
– Verás, los conozco desde hace muchos años y la relación siempre ha sido tensa.
– ¿Siempre?
– Mmm… no, la verdad ha ido pasando por diferentes etapas, al principio fue muy mala, luego las cosas se relajaron, más tarde se volvieron complicadas y ahora es insostenible.
– ¿En qué te puedo ayudar?
– La verdad, no lo se muy bien, yo solo se que estoy mal, que cada vez que tengo que ir a verlos me altero y el día termina siendo un desastre. Pero no puedo hacer nada, son los padres de mi marido y los abuelos de mis hijos.
– Entiendo, lo primero que tendrías que saber es, ¿realmente qué quieres?
– Lo que yo quiero no es posible.
– Luego veremos si es posible o no… ¿lo qué quieres es?
– Me gustaría que no fueran mi familia política.
– … -Silencio –
– ¿Lo ves? Ves como es imposible.
– No quiero centrarme en si es o no imposible. Me gustaría ir un poco más allá.
– … – Silencio –
– ¿Realmente lo que quieres es que no fuese tu familia política?
– Si. ¿No?
– Para que lo entienda, ¿te gustaría que dejara de ser tu familia política o que nunca lo hubiese sido?
– Me estas liando, ¿qué diferencia hay? Para mi es lo mismo.
– Simplemente quiero que seas totalmente consciente de lo que pides. En el primer planteamiento “¿Te gustaría que dejara de ser tu familia política?” solo hay una solución que sería separarte de tú marido y no creo qué sea eso lo qué quieres ¿me equivoco?
– ¡No, por supuesto!
– Perfecto y en el segundo planteamiento “¿te gustaría que nunca lo hubiese sido?” lo que estas diciendo es que te gustaría no haberte casado con tu marido ni haber tenido hijos con el. Y tampoco creo que eso sea lo que quieres.
– No, desde luego, ¿entonces?
– De acuerdo pues volvamos a replantear la pregunta ¿qué quieres?
– Ostras, es más difícil de lo creía.
– No, eso es una creencia estas negando lo más obvio, tranquila tómate tu tiempo.
– Vale…- pasa el rato- Montse, no se como verbalizarlo, solo se lo que no quiero.
– Bien, empecemos por lo que ya sabemos ¿Quieres a tu marido y a tus hijos?
– Sí.
– Por lo tanto descartamos que tu familia política deje de serlo ¿no?
– Sí,
– Perfecto, ya sabemos algo más. Ahora dime ¿qué es lo que no quieres?
– No quiero que me hagan sentir así, no quiero que cada vez que tenemos que ir a verlos acabe disgustada. Eso es lo que no quiero. Me gustaría no tener que verlos pero eso sería terrible para los niños y para mi marido.
– ¿Y para ellos?
– ¿Para ellos?
– Si ¿cómo creés que se sentirían ellos si tuvieran que dejar de ver a sus nietos a su hijo… y a ti?.
– La verdad, no me lo había planteado.
– Entonces si ellos son importantes para tus hijos y tu marido y para ellos también son importantes, que se te ocurre…
– Montse, si pudiera dejar de sentirme tan mal cuando tengo que ir a verlos si pudiera dejar de enfadarme…
– ¿Esto te haría feliz?
– ¡Claro!
– ¡Perfecto! esto ya se parece más a un objetivo viable.
– Para la próxima sesión quiero que pienses ¿por qué la relación con ellos se a convertido en algo imposible? Y ¿exactamente como te hacen sentir? Y ¿cuáles son los motivos por los cuales te acabas enfadando?
Continuará…
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.