¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– Me dices que has reflexionado sobre lo que hablamos el último día…
– Sí.
– ¿Y a qué conclusión as llegado?
– En primer lugar, me he dado cuenta que mi hija no me respeta porque yo no me respeto, soy yo la que se lo esta permitiendo.
– … -Silencio-
– Si mi hija no cambia su conducta y yo tampoco cambio la mía… pues eso, las cosas seguirán igual, porque yo no este de acuerdo o me queje, las cosas no tienen por que cambiar ¿no?
– Continúa por favor.
– Bueno, pues si yo creo que mi hija no me respeta y solo me quejo o siento lástima de mi, las cosas continuarán igual.
– Bien ¿y si te pregunto cómo te sientes al verbalizarlo?
– La verdad… -se toma su tiempo- mucho mejor.
– ¡Perfecto!
– Entonces ¿qué se te ocurre que puedes hacer?
– De momento he pensado tomarme las cosas con calma, he hablado con ella y le he dicho que si hay una urgencia llame a mi despacho, que mi secretaria decidirá si es o no urgente para interrumpir la reunión. Yo por mi parte, dejare el móvil en el despacho para no ponerme nerviosa.
– Muy bien, ¿y esto cómo te hace sentir?
– Muy tranquila, como si me hubiera quitado un peso de encima.
– ¿Te parece una buena solución?
– Sí.
– Perfecto ¿con esto qué solucionamos?
– ¿No te entiendo?
– Si, gracias a este cambio de actitud ¿qué as conseguido?
– Mmm… -mira hacia abajo a la derecha y responde- bien, por un lado estar más tranquila, sentir que vuelvo a ser yo quien toma las riendas, no se como decirlo, vuelvo a ser yo… la madre. ¡Sí! -exclama- ¡Eso es! Vuelvo a estar en mi puesto, ¡Yo soy la madre!
– Perfecto. ¿Esto va a ser suficiente?
– ¡Sí! -responde de forma rotunda- ahora ya se donde esta el problema y como solucionarlo.
– Si te parece, en la próxima sesión abordaremos la dificultad que tienes para relacionarte con ella.
Continuará…
Quiero dar las gracias a Carmen por recordarme que la historia estaba incompleta, un saludo desde aquí.
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.