¿Qué puede hacer por ti el coaching terapéutico?
– ¿En qué te puedo ayudar?
– Quiero adelgazar.
– Y exactamente ¿cómo te gustaría que te ayudase?
– Mmm… no sé, lo normal, ¿no? me pesas, me das una dieta, me dices que haga ejercicio…
– Ya veo, ¿cuánto tiempo llevas con un peso que no quieres?
– Yo diría que desde que tengo uso de razón.
– Perfecto, y ahora ¿cuántos años tienes?
– 53.
– Doy por supuesto que has hecho infinidad de dietas.
– Sí, me las conozco todas.
– Y también deduzco que has practicado deporte, has tomado medicación para no tener hambre, para deshacer las grasas… Y diferentes tratamientos, masajes, acupuntura…
– Sí, la verdad es que podría escribir un libro.
– Si hasta aquí lo he entendido bien, te vuelvo a reformular la pregunta. ¿Exactamente cómo te gustaría que te ayudase?
– No te entiendo.
– Ya eres una experta en dietas, ejercicios, medicación, tratamientos… entonces ¿en qué te puedo ayudar yo?
– Me han dicho que tú tratas el sobrepeso.
– Te han informado mal, yo lo que trato es a personas con sobrepeso.
– ¿Cómo?, ¿cuál es la diferencia?
– La diferencia está en que el sobrepeso se trata de una manera, siempre igual para todas las personas, y para las personas con sobrepeso el tratamiento es individual, cada persona es una unidad.
– ¿Eso quiere decir que no me vas a dar una dieta?
– Exacto, ni dietas, ni ejercicio, ni te voy a mandar medicación para el sobrepeso… bueno, por el momento.
– Entonces, ¿cómo voy a adelgazar sin dieta ni ejercicio?
– En primer lugar, si lo tienes tan claro y ya conoces todas las dietas del mercado y el ejercicio indicado para bajar de peso, ¿por qué sigues con el mismo problema? -Se queda en silencio y me mira con ojos como platos– Y en segundo lugar, creo que no estás preparada para hacer dieta y ejercicio.
– Explícate, no te entiendo, si he venido a verte es justamente por eso.
– Lo que estás buscando es otra excusa más para poder reafirmarte en tu problema, para sentirte víctima y para que los demás no digan que no lo has intentado. Yo en eso no te puedo ayudar.
– ¿Perdón?- su expresión de extrañeza es cada vez mayor.
– Sí, te lo voy a explicar: si yo te doy una dieta, y una tabla de ejercicios y además, te recomiendo unos masajes y algún tipo de medicación, en el caso de que pudieras empezar, cosa que dudo, lo aguantarías durante un par de semanas. Acto seguido te frustrarás, pensarás que mi trabajo no sirve para nada, que no puedes, que a ti en concreto te pasa algo diferente que al resto de la población, que irremediablemente tú eres gorda y que no hay nada que hacer. Por lo tanto comerás más de lo que habitualmente comías y así volverás a sentirte una desgraciada y esto hará que te cabrees contigo misma. Para solucionar este malestar volverás a comer de forma desmesurada y así seguirás hasta que ya no puedas más y acudas a otro especialista, que evidentemente te habrán recomendado, y que hizo un milagro o con una vecina tuya, o con una amiga…
– Mmm… Acabas de describir mi vida.
– Lo sé, la tuya y la de la mayoría de personas con sobrepeso. Hay un dicho que dice, «Si algo funciona no lo cambies, pero si por lo contrario no funciona, cámbialo». Entonces te vuelvo a reformular la pregunta. ¿En qué te puedo ayudar o qué puedo hacer por ti?
– Mmm… vale – se toma su tiempo en silencio para pensar – Puedes ayudarme a dejar de ser una mujer con sobrepeso, a romper ese círculo vicioso y… a que deje de sentirme así.
– Ahora sí, soy todo oídos. Defíneme cómo quieres dejar de sentirte.
– Así… inútil, fracasada, pesada, vulnerable, triste, rabiosa, enfadada, fea, inferior a las demás… ¡Uffff!- parecía que le faltaba aire para nombrar todos los adjetivos que se le pasaban por la mente en aquel momento.
– Perfecto, en esto sí que te puedo ayudar, ahora vamos a empezar a trabajar sobre ti y tus emociones, paso a paso ¿te parece?
Dando un enfoque diferente haces las cosas difíciles más fáciles.